La aventura musical que propone este álbum resulta ser muy futurista, juegos de notas que enlazan con mundo de ficción lejano, inexplorado y donde todo es posible. Al mando de la nave sónica encontramos a un buen estratega, Shabaka Hutchings, el saxonista que también conspira a proyectos como Sons fo Kemet, Shabaka y The Acestors, figura emblemática de la nueva ola del jazz londinense. Junto a Hutchings el teclista Danalogue y el batería Betamax Killer. Hay quien lo ha definido como “jazz cósmico, psicodélico, funky y eléctrónico”, y es verdad que todos esos ingredientes aparecen (y desaparecen) en la escucha del un álbum donde entregan nueve piezas (45 min). Desde el mismo título nos apelan a la nuestra confianza del misterio profundo de la vida para deshacernos de lo conocido y dar cabida a nuevas realidades, o lo que es lo mismo la percepción que tenemos (subjetiva siempre). En la contraportada avisan claro: “Es la experiencia superadora de la música que podemos volver a conectar con la energía de la fuerza vital con la esperanza de manifestar realidades más elevadas en nuevas construcciones. Porque el final es solo el comienzo”.