“Los males son los mismos de siempre, pero interpretados en la actualidad con claves actuales”, este sería el planteamiento general de Antonio Manuel en las letras, Josémari Cala en las voces ─La Banda Morisca [1]─ y Carlos Llave en la guitarra flamenca y tres cubano. Por marianas, soleás, malagueñas, peteneras, siguiriyas, tientos, bamberas, bulerías, cantes de trilla y alegrías, estos son los palos flamencos ─ortodoxo─ que marcan la melodía y el compás de un proyecto musical ─para el que también cuentan con David Ruiz en las diversas percusiones─ que surge con la intención conjugar reivindicación social y vanguardia en el Flamenco aun respetando los códigos clásicos. Manuel ─profesor, activista, escritor y músico─ como ya hicieran Moreno Galván, Manuel Gerena o El Cabrero, escribe letras en las que habla de los migrantes, las pateras que cruzan el estrecho, los desahucios, los maltratos o los sin techo, los parados y la involución ideológica de los más humildes, también la memoria histórica. “El flamenco fue, es y será la herejía del poder” sentencia Manuel, “nació por y para eso. De la rebeldía y para la rebeldía”. Conmueven las letras por actuales, desgarradoras y las injusticias que fotografían, desgarradora la voz profunda del cantaor en la encarnación de los problemas sociales de una sociedad en lo económico más polarizada cada vez. Hacemos nuestro sus palabras, cante y arte, de Manuel, Josémari y Carlos [2]: “Mi cante es la rebeldía de los que odiamos las guerras y de los que amamos la vía”.