Con su primer álbum, ‘Nayda! [1]’ (2020), consiguieron redefinir el blues, pero además tuvieron el atrevimiento de llamar al debut con el nombre del revolucionario movimiento juvenil de artistas y músicos de marruecos asumiendo como ejes del proyecto las ideas de comunidad, creatividad y cambio. Con la segunda entrega lo dejan claro desde el mismo título, una palabra que se puede traducir como visitar otra dimensión o el espacio en el que dos dimensiones se superponen. El cuarteto está liberado por Yousra Mansur (vocalista y multi-instrumentista) y Brice Bottin (guembri eléctrico y otros muchos instrumentos), junto a Ibrahim Terkemani (percusiones varias) y Mehdi Chaib (ney, kawala, zorna). El cuarteto franco-marroquí reivindica el blues del norte de África. Sí, los nuevos temas resultan un puente entre la raíces ancestrales y un futuro sónico que se está fraguando con la nueva reformulación que hacen, hay blues psicodélico, rock y funk, pero también se marchan los ritmos penetrantes de la música gnawa, la tradición amazigh, hassani y houara, la canción popular chaabi. Han sumado a los instrumentos del primer trabajo una mandolina eléctrica y el ribab eléctrico, que tocado con el arco de una sola cuerda remite directamente a la cultura bereber/amazigh). “El rock surgió del blues. Ambos están relacionados con la música trance. Puedes escucharlo profundamente, o mover la cabeza, y quedar completamente dominado”, confiesa la banda. Mansour escribe y canta principalmente en darija, su dialecto árabe-marroquí, para tratar temas tan polémicos como “las leyes de herencia marroquíes, la desigualdad salarial de género y el aumento de los casos de suicidio y depresión, a la vez que aboga por la unidad, la tolerancia y la bondad en un mundo cada vez más frágil”. Música con conciencia que atrapa por el magnetismo, fuerza y originalidad de la propuesta.