Cuarto álbum del virtuoso guitarrista y compositor Dani de Morón (Sevilla, 1981), sevillano de nacimiento que ha crecido y forjado en Morón de la Frontera ─tierra de fuerte tradición guitarrística y flamenca─, donde se ha formado en el conservatorio desde corta edad primero estudiando piano para decantarse finalmente por la guitarra. Una formación académica a la que sumó las clases con Alonso Clavijo y Manolo Morilla, que con disciplina, perseverancia y virtuosismo le ha llevado a ser uno de los guitarristas más solicitados. Fue Paco de Lucía quien se fijó en él y dio un vuelco a su carrera, lo fichó para la gira ‘Cositas buenas’, fue su segunda guitarra a nivel mundial. Luego ha acompañado a grandes cantaores como El Pele, Estrella Morente [1], Arcángel [2] o Rocío Márquez [3], y ha tocado para el baile ─fundamental ese trabajo desde atrás ya sea guitarrista o cantaor, ahí se hace─ de grandes como Patricia Guerrero o Rocío Molina. Pero no solo hay reconocibles palos flamencos en este álbum, donde también hay lectura de la copla (‘Ojos verdes’) o como prefería su mentor ‘canción andaluza’, hay libre creatividad y guiños de complicidad a otros talentosos músicos contemporáneos que están dando una vuelta de tuerca a géneros y tradiciones, como el israelí Avishai Cohen [4] y el tunecino Dhafer Youssef [5]. Si en el anterior álbum ‘21 [6]’ (2018) ─antes había editado ‘Cambio de sentido’ (2012) y ‘El sonido de mi libertad‘ (2015)─ propuso una “ontología del cante” en palabras de José Manuel Gamboa, aquí se sumerge en el sonido del toque hasta profundidades abisales, sin que aparezca la voz, el cante, dejando las seis cuerdas libres ─que por momentos parecen muchas más─ poniéndolas en el primer plano de sublime escucha.