Le preguntaron a Gioachino Rossini acerca de “¿Quién es el más grande de los músicos?” El genial compositor italiano exclamó “Beethoven”, pero seguidamente repreguntaron “¿Y Mozart?” A lo que el maestro de Pésaro contestó “¡Ah! ¡Él es único!”. Jordi Savall recuerda esta anécdota en el extenso texto de presentación del magnífico libro-doble compact disc ─formato habitual del sello del músico e investigador catalán─, donde ha grabado con Le Concert des Nations las sinfonías 39, 40 y 41. Se trata de las tres últimas sinfonías, consideradas como obras maestras absolutas, en las que Ludwig van Beethoven (Bon, Alemania, 1770-Viena, Austria, 1827) cuando estaba en plenitud, en su últimos años y en plena madurez (había cumplido 35 treinta años cuando falleció), aunque es muy probablemente no llegara a escuchar en vida. Aquí se interpretan con instrumentos de época, y se ha realizado un profundo estudio de las páginas del genio de Bon que escribe su “testamento musical” en condiciones de extrema necesidad y precariedad. En esta grabación, se han incluido la trilogía porque afirma Savall la unidad resulta evidente, tanto en la interpretación como en la escucha”. Y para facilitarlo, entregan dos CD, de 72 y 76 minutos cada uno, donde en el segundo se repite la interpretación de la nº 40 para facilitarla la reproducción y no interrumpirla ─evitar tener que cambiar el disco─. Concluye el maestro Savall que doscientos años después de la afirmación de Rossini sigue siendo válido su rotunda afirmación, y aquí tenemos una buena muestra de la grandiosidad de sus magnas obras.