No podía ser más acertado el título que le ha dado José Antonio Aarnoutse a su primer álbum. Si bien es verdad que es su debut discográfico como líder, su nombre lo podemos encontrar proyectos y discos en los que ha colaborado desde hace casi veinte años, desde el nuevo folk de Malagüero a la música tradicional de las parrandas, con Manuel Luna (en discos y su banda) o en los trabajos del gran compositor y multiinstrumentista murciano Juan José Robles (“Tiempo de espera [1]”, de 2016), además de estar en grupos como La Banda del Pepo [2], Rozalén, Les Morenillas…. Aarnoutse es cartagenero de ascendencia holandesa, en su formación musical ha obtenido la titulación en estudio superiores tanto de Guitarra Flamenca como Guitarra Clásica. El estudio y las experiencias le han conducido a los once temas que entrega (todos suyos menos tres, con una revisión de “Silver Hollow” de Jack DeJohenette), con la guitarra flamenco como gran protagonista, y donde hay palos netamente jondos por soleás, bulerías, tarantas y zapateados,… también por rumbas junto a otras creaciones que aporta a las que suma el jazz, el clásico y las ‘músicas del mundo’. Y ha llamado a Mariola Membrives, su voz está en piezas como la de apertura, “Camino a la Algameca”, en “Vida y color” y “Por una sonrisa”. Por los temas que ha grabado aparecen una notable lista, casi una veintena de amigos y grandes músicos. A destacar “Divagando” el dúo instrumental de guitarra y ney con el griego Christos Barbas. “La vida es el arte del encuentro… Encuentros que surgen de la casualidad en el presente y que darán lugar, en el futuro, a nuevas causalidades”, aventura el compositor y guitarrista que ha elegido una ilustración de Nacho Muñoz para portada donde sobre un abrazo se cruzan las seis cuerdas de sus guitarras.