Las ocho composiciones que Juan Carlos Romero ha grabado en este álbum sirven para recordar y rendir tributo amigos, compañeros y grandes figuras del flamenco en sus diferentes facetas que hemos perdido en los últimos años. “Cada nueva creación, en mi caso, tiene mucho de introspección, de ahondamiento en uno mismo, de recapitulación, pero en esta uno ha ido recibiendo cañonazos, con destrozos irreparables y atónitos ante el escándalo de la muerte”. Romero (Huelva, 1964) hace un emotivo homenaje a maestros como el Niño Miguel a quien estuvo muy unido desde la infancia; Enrique Morente con quien compartió muchos días; Antonio Moreno gran ingeniero de sonido y amigo, al “flamencógrafo” Félix Grande con quien compartió vida y literatura; y a Paco de Lucía “mi padre, origen y causa de quien soy, de lo que soy”. Pero también hace memoria de su propio padre. Toca su guitarra por rumbas, bulerías, granaínas, fandangos, tarantas y hace un vals. “Estas músicas se me fueron una a una de paseo entre los cipreses, a hacer compañía a los amigos, al padre, como un ramo de flores frescas que pongo en su cabecera para evocarlos y recordarlos con lo que tengo, con lo que sé, la música flamenca”.