Kiran Ahluwalia ha ideado un espacio musical hermanado músicas distantes en lo geográfico y en lo estético pero que tienen en común ser creadas por comunidades donde la tradición musical tiene una existencia muy determinante en el desarrollo de la vida, las relaciones sociales y la expresión de los sentimientos. Ahluwalia, de origen indio y residente en Canadá –y ha pasado alguna temporada en Nueva York–, ya ha entregado discos –son hasta seis álbumes que ha editado– que van más allá de su tradición, que también conoce esta cantante que figura como una de las más distinguidas de las nuevas generaciones. Aquí hace una síntesis inaudita: música india, jazz y cadenciosas guitarras saharianas (blues del desierto) aunque no es la primera vez ya trabajó con Tinariwen. Firma las músicas y las letras de todas las piezas, un total de nueve donde junto a breves temas hay desarrollos algo mayores (sin llegar a las duraciones de las ragas indias). Música con espíritu global que no olvida el pasado, lo recrea con las posibilidades técnicas, creativas y expresivas del tiempo que nos ha tocado vivir.