Para romper moldes primero hay que conocer profundamente la tradición, sólo así se puede reformular un género. Eso es lo que hacen Lina y Raül Refree. A la artista portuguesa se la conoce por su aproximación, inmersión e interpretación del repertorio de Amália Rodrigues, lo conoce en toda su amplitud; para el músico catalán, guitarrista y productor, la decodificación de las formas populares se ha convertido en una de sus grandes virtudes, ya sea en el flamenco (Silvia Pérez Cruz, Niño de Elche, Rocío Márquez, Rosalía) la música asturiana (Rodrigo Cuevas) o la harmonías vocales occitanas (Cocanha)… En este caso se aproximan al repertorio amaliano ─afirma que no conocía tanto a fondo el fado cuando llegó para trabajar con la artista portuguesa─, cuando se ha celebrado el centenario del nacimiento de la gran figura internacional. Amália Rodrigues (1920-1999) fue, es y será la más innovadora, así de rotunda lo afirmaba Mísia en a lo largo de una entrevista a raíz del trabajo que le dedicó a la reina del fado, ‘Para Amália’ (2015); triunfó en París y de allí a todo el mundo una música nacida en el popular barrio de Mouraria de Lisboa. Aquí toman sintetizadores analógicos para acompañar una interpretación minimalista, desprovista de artificios, han desnudado la voz para dejar los las palabras y los sentimientos a flor de piel. No están los instrumentos habituales (guitarra portuguesa,…) del fado, pero permanece su sentimiento, eso no lo han tocado porque es el secreto de su éxito, la traducción de las pasiones humanas a la música. Parece que cada pieza es un ejercicio de equilibrio, un difícil equilibrio del que salen ganando en cada trance. Y por si hay dudas, en la carpeta del álbum viene este declaración de intenciones: la música no es una geografía, es emoción.