En vinilo de diez pulgadas ─formato intermedio entre el LP y single─ y coincidiendo con el Record Store Day de 2021 se publicó un álbum con diez piezas donde Niño de Elche grabó una sesión en directo con su primer guitarrista, Paco Javier Jimeno. En total se le escucha al exflamenco en una decena de “posesiones”, o más acertadamente se le siente, por alegrías, bulerías, fandangos de Lucena, fandangos, seguiriyas, soleás apolás, soleás, tangos y tientos. Números sin aditivos, sin florituras, a corazón abierto. Cante primigenio, arte enraizado y nutrido de mil esencias. El artista ilicitano ha dado ya sobrada muestra que el centenario arte jondo ─que no se cansa de reafirmar es su mayor interés, aunque no el único─ es un traje que se le quedó pequeño, o tal vez no es el único que quiere llevar o prefiere combinar para con otras estéticas sonoras, en tiempos y estilos, siempre ajeno a corrientes. Experimentación constante. Una buena parte de su idiosincrasia se puede leer en los libros que ha ido sacando entre disco y disco, por similitud en el título este álbum se ajusta su ‘In memoriam, Posesiones de un exflamenco’ (Hurtado y Ortega, 20), donde plasmó recuerdos, análisis y reflexiones. A Francisco Contreras Molina se le escucha, y se le siente, siempre libérimo, caleidoscópico e inclasificable, haga lo que haga.