El segundo álbum de estudio de Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) bajo la dirección de Raül Refree (Barcelona, 1976) como productor [1], es uno de los trabajos más impactantes de las músicas tradicionales contemporáneas de los últimos años; el artista asturiano ha conseguido poner de acuerdo a la crítica musical de todo el espectro. El cantante y el productor y guitarrista catalán ─que parece haberse especializado en la deconstrucción de la tradición ibérica, ya sea el flamenco ─Silvia Pérez Cruz, Rosalía, Niño de Elche, Rocío Márquez─,… portuguesa (Lina),… hasta la occitana (Cocanha)─ juegan tanto con los códigos tradicionales ancestrales como los beat de la electrónica de vanguardia. Pero es mucho más que folclore en lectura electrónica, hay agitación musical y vertiente social reivindicativa. Cantante, además de compositor, acordeonista y percusionista, aunque tiene formación académica concede mayor importancia a todo lo aprendido en los trabajos de campo, en la cadena de transmisión oral que ha hecho posible que nos lleguen melodías, ritmos e instrumentos desde la noche de los tiempos, donde cada generación ha hecho de transmisora pero a la vez aportó en diferentes proporciones su lectura. La tradición lo es si está viva, no es una vasija inalterable en la vitrina de un museo. Y en su lectura contemporánea hay cabaret y cuplé, crítica social. Dos discos ─el primero fue ‘Yo soy la maga’ (2012)─, a los que habría que sumar varios espectáculos escénicos que han conformado su forma de entender la música como un arte multidisciplinar, renovador. La tradición asturiana y gallega, cambió en de otros puntos de la península, ya sea xiringüelu, muñeiras, habaneras o canciones de cesteiros. El mundo mágico ancestral en transmutación hacia el futuro.