Desde que lanzó su debut discográfico han pasado una docena de años, desde entonces cada nuevo trabajo la he llevado a una evolución artística contante fruto de las indagaciones, actitud y desarrollo. Rosario La Tremendita [1] ─cantante, batería, batería electrónica, bajo eléctrico, palmas, cajón, bongó, teclados, sintetizadores, guitarra eléctrica y palmas─ va la búsqueda de su propio espacio sonoro, se trata de un proceso personal de investigación que le lleva desde el tradicional barrio de Triana a los confines del universo flamenco. Se trata de la primera entrega de un álbum doble, toma los mismos cantes pero los viste sonoramente de manera diferente, en ambos casos acompañada por su amigo y productor Pablo Martín Jones. “Es el mismo viaje por el cante pero con una arreglos musicales desde dos mundos diferentes”. Aunque tal y como ha preparado el lanzamiento más bien pareciese que desde espacio exterior regresa a su habitad natural. Primero ha compartido en formato digital una decena de piezas ─cuatro de ellos los ha ido avanzando en formato de singles─, donde la electrónica capitanea la lectura que hace la artista trianera. “Me impulsó a este trabajo la necesidad de continuar descubriendo mundos sonoros y discursos a priori desconocidos”, confesaba en una reciente entrevista la propia Rosario, “y sobre todo la necesidad vital de dar coherencia y honestidad a mi mundo creativo y de investigación, dentro de lo que es mi tradición y mi raíz”. Están los palos ortodoxos del arte flamenco como la soleá, la taranta los fandangos… leídos con las coordenadas maestras de Federico García Lorca, Pepe Marchena, Camarón, Lola Flores, Camarón… y su propio padre El Tremendo. La Tremendita es uno de los nuevos pilares sobre los que se está forjando, tejiendo y mixturando el flamenco de hoy.