El segundo álbum de estudio ─debutó con ‘Kanéfonyo (Nunca te rindas)’─ del cantante, intérprete de kora ─su instrumento principal, un arpa-laúd de 22 cuerdas─, y percusionista de Gambia. Y también griot, aquí asume este rol ancestral que se remonta a 700 años atrás, que generación a generación han preservado la historia, la cultura y los valores de su pueblo, como historiadores, narradores y constructores de comunidad, promotores de la paz y maestros. Suntou Sussou, una vez superado el primer cuarto de siglo XXI, se hace la siguiente pregunta: ¿qué significa ser un griot en el mundo complejo, tecnológico y amenazado por el clima actual? Y unas de las conclusiones a las que podemos llegar, y vienen en las notas de introducción del álbum, dice que las enseñanzas de los griot se extienden mucho más allá de sus raíces en África Occidental: al mundo entero le vendría bien un poco más de paz, aceptación y cuidado, tanto para los demás como para él. Lo ha grabado con músicos de Senegal, Gales e Inglaterra. El camino que muestra este jeli moderno tiene la forma de temas musicales que van del estilo afro-mandinka al jazz y el funk. A destacar, el rítmico tema ‘Barro’ que es un himno a la migración con el que rinde homenaje a quienes viajan y trabajan incansablemente para brindar a sus familias una vida mejor; y la bellísima ‘Tamala’, con la que cierra el disco, donde ofrece una reflexión sobre la kora solista, la vida como músico viajero que vive su propósito. Un magnífico trabajo.