Wouter Vandenabeele (violín) y Tom Theuns (guitarra), con Bao Sissoko (kora) y Aurelie Dorzée (violín y viola), entregan una docena de composiciones que firman los intérpretes por separado según la pieza. En cada corte del disco nos transportan según sea una marzurca, un reel africano, un groove balcánico, gavotas ─danzas tradicionales─ bretonas o simplemente improvisaciones. Temas donde la voz (o las palabras) no aparecen, son una suerte de música instrumental contemporánea matizada por elementos más exóticos a los habituales en la música europea y que dan un brillo, sonido y sensibilidad especial en la escucha y ayuda a ubicarla geográficamene. “La saudade a un lugar en el subconsciente se ve reforzada por la sensación de estar atrapados durante un encierro, como pájaros a los que no se les permite volar a tierras lejanas y solo sueñan y ‘cantan’ al respecto” se apunta en las notas de la edición discográfica. Pájaros que sueñan viajes que no pueden emprender ─reflejo de los confinamientos padecidos en los últimos años pandémicos─ y que gracias a la música y la imaginación nos permiten llegar a cualquier lugar. Echar, viajar y sentirse libre.