Ximo Cafarena formó parte de Al Tall durante un tiempo ─al saxo, flauta y arreglos desde 1979 hasta 1996, tal y como viene documentado en el libro de Víctor Mansanet “Al Tall. Música per a un poble” (Bromera, 2010); el conjunto de música tradicional se disolvió en 2013 tras casi cuatro décadas de recorrido [1]─, con el grupo valenciano estuvo los escenarios cantando y tocando parte de las piezas que ha grabado en este álbum donde las pasa por el tamiz del jazz. Cafarena recuerda en las notas que la idea partió de un reto que le propuso Manolo Miralles, cofundador del emblemático conjunto, ¿sería capaz de tocar jazz y de improvisar a partir de temas de la música tradicional valenciana? Corrían los primeros años ochenta cuanto re-harmonizó la pieza “Mare, Vicenteta es casa”. Aquella primera intervención musical sería el comienzo de muchas más, y de lo que ha llegado hasta este álbum. Como reconoce el músico valenciano lo que ha realizado con la música más próxima, ya se han ensayado en otras latitudes en todo el mundo y podemos encontrar todo tipo de ejemplos. En el álbum las trece piezas que hay, más dos regalos, aportan la interpretación desde una estética sonora nueva ─le acompañan Chistian Molina en el piano, Luis Llario en el contrabajo y Juanjo Garcerá en la batería─, y vienen perfectamente reseñadas, documentadas, y las acompaña de una colección imágenes de época que ponen contexto a un repertorio que tiene espíritu mediterráneo.