El trío esloveno entrega su quinto álbum, una reformulación en clave folk vanguardista, realmente un proyecto de muy difícil catalogación y casi tanto como el magnetismo que genera la escucha donde crean paisajes sonoros oníricos, futuristas y multiculturales en base a la instrumentación que emplea. Son más de dos decenas de instrumentos los que tocan Kravanja, Iztok Koren y Samo Kutin, y se pueden escuchar a lo largo de los temas, piezas hipnóticas que en algunos casos sobre pasan un montaje superior a los diez minutos. “Puede decir que la evocación más vívida hasta la fecha del proceso musical altamente colectivo del grupo, que envuelve folclore melódico rústico, texturas extranacionales, estructuras de canciones no lineales y disonancia, y una atmósfera vibrante que por momentos se siente como un ritual extático” se explica en las notas que acompañan la publicación. De alguna forma este
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